Cuanto tiempo sin mirarnos. Habían pasado muchas miradas
por mis ojos y la tuya aún conservaba ese no sequé que inspiró
mis mayores deseos, mis mejores poesías, mis peores pecados.
Perdimos tiempo en un instante dedicado a nuestros ánimos siempre
tan privados, mientras dejamos flirtear a nuestras miradas
buscándose una a la otra, intentando encontrar en ellas...un
todo...una verdad.
Las palabras fluían como agua que humedece pero no moja,
aunque nuestros cuerpos hablaban a gritos elocuentes en
una danza del pasado que resistió la dura y continua exposición
al tiempo. En un despiste se iluminó en tu cuerpo una estrella
y ello me llevó a un lugar cuyos peligros terminarían por conseguir
mi cordura.El aire sobraba en todas partes escaseando en mis
pulmones, y entre tu y yo se interponía una mínima inmensidad
cuando, casi sin quererlo, cuerpos celestes se eclipsaron en un
roce eterno que crispó todo el bello de mi cuerpo, que se convirtió
en dolor al morir. Ambos lo sentimos.
Faltaron las palabras sobrantes en un entorno en el que ya no eran
bienvenidas y todo nuestro alrededor se volvió insignificante,
trayendo consigo la mayor de las insignificancias que me vi obligado
a traducir.Solo había una solución y no tardamos en dar con ella,
hoy creo que fue ella quien dio con nosotros como un tren que
avanzaba inexorable hacia dos fantasmas en su vía, y nuestro triunfo
tenía el sabor de reconquistas, la textura del desenfreno, la
densidad de la imprudente añoranza. Sentimos el calor de un rayo
en un segundo, atravesando cuerpo y alma y transportándonos a lo
recóndito del mundo, donde nos fundimos haciendo al oro ordinario,
al universo pequeño, vulgar a la felicidad.
Fuimos como niños que jugaban a conspirar contra la idea del “yo”
y “lo demás”, a sincronizar los sonidos del motor de dos vidas.
Fuimos como guerreros de una misma causa que olvidaron semejanzas,
buscando el nexo que los separó un día y las diferencias que
añoraron al siguiente. Perdimos la inocencia de quien la ha
olvidado para encontrar nuestra esencia entre piel y sudor,
uñas y dientes, mientras los dioses contemplaban nuestra
chanza con miedo a intervenir.
Pero pasó lo innecesario, abrí los ojos, deje de ver; y ahora nos
encontramos otra vez aquí como siempre hacemos... tú ansiando mis
verbas... yo deseando tus miradas; tú queriendo mis latidos... yo
ardiendo en tus suspiros; tú pidiendo mis sentidos... yo, morir por
tus deseos. Se unieron el destino y el azar descatalogando rebeldías
en un acto de libertad onírica.
Es precioso! Sublime!
ResponderEliminarIntimissimo!
A mí me encanta, Pau. :)
Además, utilizas bien tanto sinestesias como contradicciones literarias y sensitivas.
Que está genial y que me encanta.
Jajaja!
;)
M impresionasté, dejasté atras el significado de la perfección!! kada una de las palabras,refleja un sentimiento.
ResponderEliminarMe encanta poeta