viernes, 13 de enero de 2012

Puntualizar.


Un punto. Un punto viajando. Una linea recta infinita. No recuerda donde empezó, ni sabe cuando acabará, solo queda esa marca en el espacio recorrido verificando que estuvo allí, que recuerda por donde pasó y cuando ha pasado. Una expresión de tiempo sin importancia, de la materialidad sin fin, de aquello que nunca dejará de ser.

Un punto que representa aquello que siempre dura, aquello que no transciende y es transcendental, que aunque pueda no significar nada... lo significa todo. Es un punto en movimiento, una linea siguiendo su curso sin nada que la detenga, que no se sabe si empieza en algún sitio y que puede que nunca tenga un final. Siempre será una linea creciendo y creciendo, quien sabe si por ambos extremos, en cuyo caso... dos puntos que nunca estuvieron juntos, o fueron el mismo un día, pero, como fuere, con un mismo objetivo: trazar.

El punto. El punto estable. La infinita nimiedad minuciosa, la marca de la pausa y el detenimiento, el fragmento de silencio. El conjunto de vacío que se expresa de tal forma que si fuera más pequeño no se podría ver, que si lo comparamos con las cosas más pequeñas de entre lo visible del mundo a penas se podría decir que es más y que es menos.

El punto que siempre va a estar ahí, que nunca se moverá, que siempre tendrás a tu lado cuando no tengas nada que decir. El punto que te dice cuando has hablado bastante y que te enseña a mantener el suspense; que te marca el punto exacto donde deberías cambiar en mayor o menor grado el transcurso de tu dedicación.

Aquel punto que viste con posibilidades y lo convertiste en puntos suspensivos sin saber por qué, que se convirtió en una parte de ti que nunca dejarías morir, que quizás nunca sepas a qué habría llegado de haberle dado ese movimiento necesario para que se convirtiera en “un punto”, y que dejara de ser “el punto”. Ese punto que te enseñó que los mejores momentos, incluso las mejores conversaciones, deben terminarse. El punto y aparte, el punto y final... sólo variantes de una misma cosa, sólo con un objetivo: estar.

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