jueves, 5 de abril de 2012

Hablar de volar

No paro de mirar... de dar vueltas a lo que sucedió aquel mediodía. Nada más encontrarnos dio comienzo el guión, pues las palabras salían del aire, a quien de apuntador contratamos. Y fuiste tú a decir que te gustan las ardillas. Y, aunque no estaba escrito, fue esta frase improvisada la primera que el director dio por buena. yo te hablé de mis ratos con ratones y ratas lo que nos fue llevando al lugar donde cambiábamos de escena... y se cierra el telón.
Una vez en el nuevo escenario sentimos la decoración: pétalos cayendo a tu paso, insectos cubiertos de joyas y pájaros vestidos de frac. Las palabras estaban abiertas cuando te contaba el cuento que es mi vida hasta encontrarte y te hablaba de la realidad insuficiente, de la locura con hambre de hombres.
Entonces, empecé a ver, y tu dijiste, a la vocecilla que ataca tu cordura, la que yo hice mi aliada, airada estaba contigo, y empecé a hablarte de aquel: el que dirige los sueños, y su eterna lucha con espectador y público, que es uno y único, y únicamente tú: el que interpreta lo que tienes y eres.
me mirabas con anhelo mientras yo te lo explicaba y, sin saber lo que hacía, tus ojos me guiñaban en morse las señales de un auxilio. Aún no sé como yo lo noté, ni como no lo noté antes, pero ahí estaba gritando por dentro "ayuda!", tan dentro que el público ni se dio cuenta.

Te hablé de volar y dijiste, que lo estabas haciendo conmigo...

Pero se mantiene abierto el telón y nos entendemos al hablar del amor de muchos pero no del todo en el nuestro, o, al menos, en aquello que siento hacia ti y que tanto deseo entender.Pero, de pronto, empiezo a notar las palabras, sin saber si las espinas son suyas o más propias de mi garganta. Aunque pienso que la primera opción es falacia, pues cosas tan bellas no pueden tener espinas, no dejo de pensar en rosas.
Es el viento que me sigue soplando, apuntando, las palabras que ya hace un rato tendría que haber pronunciado y yo mientras logrando del público que sienta lo que yo siento: el miedo de un niño al abandono... pero, de pronto, recupero el tono y digo, sin ser muy sincero, que he creado unas palabras que quiero que oiga. Y la mentira reside en que son por y para sus oídos y no un mero mostrarme en lucha, que son por y para su escucha y no un mero mostrarme vivo.
Pero... claro! el creador de esta obra no quiere otra cosa que ser original en todo... y ella encuentra respuestas hasta en un gesto de niño... y, así, con un beso soltado en abanico, de su boca a su mano y de su mano al mundo entero, se despide ya de esta obra y yo de mi poca cordura.

Te hablé de volar y dijiste, que lo estabas haciendo conmigo,
y ahora que acaba te digo: Tú!... Ven a volar junto a mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario