-¿Por qué no
querernos? Podríamos olvidarnos de todo lo que existe menos del
cariño y vivir por y para amar y ser amados. ¿Por qué no me
quieres con todas tus fuerzas como si no hubiera mañana?
-Porque al corazón
solo responden las venas, y el cerebro no tiene corazón. Porque la
vida frena mis intentos. Porque la muerte espera mi llegada. Y temo,
tengo miedo a todo lo que pueda pasar, mientras está no pasando.
-Pues no temas.
¿Acaso no te sientes bien conmigo? ¿No está tu espíritu
tranquilo?.
-Está más
tranquilo que el yo mismo... nunca había estado más a gusto que
ahora, aquí. Sin embargo, no me deja, mi paciencia me lo impide,
cuando no es la inocencia, cuando no la debilidad.
-¿Entonces? ¿A
qué esperas?
-A que el cosmos
en su conjunto me diga que es el momento. O eso creo.
-En eso te
excusas.
-No lo sé...
quizás sea verdad lo que dices. Puede que me falte valor...
-... ¡pero si
vales tanto como el tiempo!
-Me refiero a
valentía.
-Yo también...
-¿Estás
segura?... no sé que pensar.
-Pues no lo hagas.
-¿Lo crees
posible?
-En verdad, no.
Pero que pierdes en intentarlo. No sé... imagina que nada sabes tu
de mi, pero que yo de ti lo sé todo... imagina que el tiempo perdió
tus pasos y solo yo los he podido seguir hasta aquí. Y ahora
sumérgete en la piscina de mi mente y busca lo que es tuyo y mio.
-¿No intentas
ahogarme?
-Es evidente que
sí ¡acaso no quedó lo bastante claro! Pero, dime, ¿qué vas a
hacer? ¿quedarte ahí por no ahogarte?
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