–No nos estamos
entendiendo del todo.
–Tienes razón, también
yo lo creo.
–Lo que quiero decir es
que falla algo, el lenguaje, el canal…
–…O el receptor. No
cabe duda.
–Quizás sea el mensaje,
que no caló lo bastante hondo.
–No lo creo, a los dos,
tu y yo, nos parece obvio siendo ambos bien diferentes.
–Pues explíquele usted a mi mente, el
por qué del qué y el cómo.
–No veo por donde empezar.
–Pues empezaré yo ahora en tu ayuda:
en este mundo material (¡qué con su
escombro se sacuda!)
los menos saben actuar, y la mayor
parte se la... resbala.
–Variopinta se encuentra la gente.
–Y como si esto fuera poco en este
mundo de cristal
el asfalto baña todo en su totalidad
total.
Sin saber a donde vamos, hacemos caminos
de azar
por si queremos marcharnos...
–Caramba! Mi buen don Ado,
despertádose ha tan osado
que no le he reconocido.
–Estoy despierto, pero cansado
de este pueblo adormecido.
–Yo ya hasta me habré acostumbrado.
–En lo pequeño estáis tan perdido
que lo grande se os ha ya olvidado.
Pero mi buen amigo Esperanz, si es
hermoso lo pequeño,
pero cuanto destroza lo pequeño a todo
lo más poderoso.
Y nosotros que pequeños, nos creemos
todos diosos
y nos empiezo a encontrar tediosos.
Somos dioses de la ignorancia.
–Que gran verdad has mostrado:
si algo nos diferencia del animal es no
saber.
Ni actuar, ni elegir,
ni escuchar, ni aprender...
nada se nos da ya bien, tan sólo
mezclar conceptos al azar.
–¿Para crear sonetos? ¿Para
hablar...
de lo bueno que tiene la vida? ¿de
filosofía, metafísica o retórica?
¿Sabe lo que le digo? Los animales no
creen en Dioses pero los tienen
y a nosotros nos han abandonado los que
creamos.
–Por qué mete a los dioses en esto?
–Quisimos inventar un cielo de guía,
pues no nos llegaron las estrellas
hicimos de dioses uno solo, por el bien
de la moral
pero no era más que el mal puesto en
un distinto rostro
y ahora que Nietzsche lo mostró como
el verdadero monstruo
recogimos su papel y son villanas las
doncellas.
Poco bueno queda en todo esto don
Esperanz.
–Poco y pequeño, don Ado... poco y
pequeño.
Como siempre reveladores, estos dos meditabundos y carismáticos personajes. Desde nuestra casa esperamos que esta saga siga siendo prolífica.
ResponderEliminarUna reverencia, Magister.