martes, 28 de agosto de 2012

Ado a Esperanz



No nos estamos entendiendo del todo.

Tienes razón, también yo lo creo.

Lo que quiero decir es que falla algo, el lenguaje, el canal…

–…O el receptor. No cabe duda.

Quizás sea el mensaje, que no caló lo bastante hondo.

No lo creo, a los dos, tu y yo, nos parece obvio siendo ambos bien diferentes.

–Pues explíquele usted a mi mente, el por qué del qué y el cómo.

–No veo por donde empezar.

–Pues empezaré yo ahora en tu ayuda:
en este mundo material (¡qué con su escombro se sacuda!)
los menos saben actuar, y la mayor parte se la... resbala.

–Variopinta se encuentra la gente.

–Y como si esto fuera poco en este mundo de cristal
el asfalto baña todo en su totalidad total.
Sin saber a donde vamos, hacemos caminos de azar
por si queremos marcharnos...

–Caramba! Mi buen don Ado, despertádose ha tan osado
que no le he reconocido.

–Estoy despierto, pero cansado
de este pueblo adormecido.

–Yo ya hasta me habré acostumbrado.

–En lo pequeño estáis tan perdido que lo grande se os ha ya olvidado.
Pero mi buen amigo Esperanz, si es hermoso lo pequeño,
pero cuanto destroza lo pequeño a todo lo más poderoso.
Y nosotros que pequeños, nos creemos todos diosos
y nos empiezo a encontrar tediosos. Somos dioses de la ignorancia.

–Que gran verdad has mostrado:
si algo nos diferencia del animal es no saber.
Ni actuar, ni elegir,
ni escuchar, ni aprender...
nada se nos da ya bien, tan sólo mezclar conceptos al azar.

–¿Para crear sonetos? ¿Para hablar...
de lo bueno que tiene la vida? ¿de filosofía, metafísica o retórica?
¿Sabe lo que le digo? Los animales no creen en Dioses pero los tienen
y a nosotros nos han abandonado los que creamos.


–Por qué mete a los dioses en esto?

–Quisimos inventar un cielo de guía, pues no nos llegaron las estrellas
hicimos de dioses uno solo, por el bien de la moral
pero no era más que el mal puesto en un distinto rostro
y ahora que Nietzsche lo mostró como el verdadero monstruo
recogimos su papel y son villanas las doncellas.
Poco bueno queda en todo esto don Esperanz.

–Poco y pequeño, don Ado... poco y pequeño.

1 comentario:

  1. Como siempre reveladores, estos dos meditabundos y carismáticos personajes. Desde nuestra casa esperamos que esta saga siga siendo prolífica.
    Una reverencia, Magister.

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